martes, 29 de diciembre de 2009

Rojo y Negro. Capitulo 1:

Fiesta
—Edward, tienes que arreglarte- me decía mi madre desde el umbral de la puerta de mi habitación— tenemos que ir a la fiesta de una cumpleañera.
Mierda. Cuanto me joden las fiestas, es lo malo de ser hijo de uno de los grandes magnates de Estados Unidos; tener que asistir a esas estúpidas fiestas. Maldito sean los sábados también, ¿por qué la mayoría de estas “fiestas” se hacen los fines de semana? Joder.
—Voy, mamá— le contesté mientras iba en camino al baño.
Agarré la muda de ropa que me había dejado mi hermana Alice hace unos cuantos momentos para esa fiesta y me empecé a desvestir con resignación.
Es lo malo de ser de la alta sociedad, pensaba mientras entraba a la regadera.
Estúpido evento, hace que mi vida se vaya al caño, ¿qué mis padres y mis hermanos no pueden ir solamente? ¿Por qué mierdas tengo que ir yo también? Oh si, soy el maldito primogénito y se supone que yo soy el que debo ir a esas fiestas. Que genial.
Soy el heredero rebelde, la oveja negra de la familia, se supone que yo no debo de ir a ninguna ceremonia, las estropeo todas con mis diabluras, como dicen ellos. Tan solo recordar lo que he hecho en eventos pasados me hace reír.
Pero así soy yo, así es Edward Anthony Cullen, pensaba con orgullo.
Bañarme no me tomo más que diez minutos, salí de la regadera y empecé a vestirme con rapidez. Me asomé al espejo del baño para ver como lucía con la ropa y debo de admitirlo, me sentaba bien. Siempre he sido muy guapo, según mis ex-novias, porque tengo unos ojos verdes color verde esmeralda como los de mi madre, el cabello de un tono cobrizo y la piel pálida, sin contar también mi cuerpo.
Reí con maldad al recordar a todas las chicas que he votado porque me aburrían, ninguna era buena para mí y creo que nunca llegará la chica indicada ya que es imposible que exista; es poco probable.
Mi chica tiene que ser hermosa, brillante y de alma desinteresada. Las otras chicas sólo estaban conmigo por el dinero que tenía y cuando me daba cuenta, las votaba. Malditas zorras.
Ya deja de pensar eso y mueve tu trasero, pensó la parte buena de mi mente. Cuanto odio la parte buena, hace que me sienta miserable cada vez que hago algo malo, pero siempre gana mi otra parte, la parte mala; y eso me gustaba.
Desde que era un puberto, me prometí a mi mismo no ser como los demás chicos de la alta sociedad: niños fresas, hijos de papi. He cumplido mi promesa y de eso ya cinco años, ahora soy un chico que tiene 17 y no sigue a los demás, soy independiente.
En la preparatoria se burlan de mi por ser como soy pero cierro su boca cuando les hago cara, ellos me tienen pavor. Solo por querer lucirse me sacan de mis casillas pero me vengo sin importarme ir a la maldita dirección o ser suspendido, nunca me dicen nada por ser el hijo de un rico.
Debo de admitirlo, eso se utiliza para beneficio mío.
Salí del baño apesumbrado todavía y vi que mi “querido” hermano Emmett estaba sentado en mi cama hojeando mis libros. Emmett es mi hermano menor de 15 años, es muy gracioso y lo quiero mucho pero cuanto me molesta que tome mis cosas, hace que me salga de mis casillas.
— ¿Se puede saber que haces aquí? —le pregunte procurando que mi voz no denotara tanto el enojo que tenía en estos momentos.
Me sonrió y empezó a saltar en la cama. Era un pequeño diablillo.
—Estoy aburrido, Eddie, yo no quiero ir a esa fiesta, me da flojera—me dijo mientras saltaba. Corrí hacía él y lo detuve agarrándolo fuertemente contra mi para que dejara de saltar. Emmett soltó una risita y comenzó a golpearme en el estómago. Sólo me divierto con él y con Alice, sólo con mis hermanos.
Siempre jugamos a las luchas, era lo más le gustaba a Emmett jugar. Éramos los únicos varones de la familia y Alice es la única mujer de esta. Emmett tenía como compañía siempre que estaba solo a su mejor amigo Jasper, él era el hijo de otra familia adinerada pero, a pesar de eso, al chico no le importa el dinero como a nosotros, es muy amigo nuestro. También, él estaba enamorado de Alice, mi querida hermana que tiene 14 años de edad aunque él tuviera 15. Emmett y yo le hacíamos bromas cada vez que él estaba cerca de Alice y eso lo hacía más inseguro. Pero se que algún día serán pareja, se llevan muy bien y parecen el uno para el otro.
Lastima que yo no pueda decir lo mismo, yo no tengo una chica.
—Basta, Emmett, es hora de irnos— y volvían mis pensamientos pesimistas.
Mi hermano asintió y salió corriendo de la habitación. Volví a acomodar los libros que Emmett había agarrado en el pequeño librero junto al piano.
Muchos de mis compañeros de la preparatoria se quedan pasmados cuando traigo un libro en mano o cuando en las clases de música toco el piano. Ellos piensan que porque soy un rebelde tengo que ser un maldito holgazán pero no es así. Yo amo leer y adoro tocar el piano, son mis grandes pasiones.
Ya acomodando los libros, salí de mi cuarto también y cerré con lentitud mi puerta. Me costaba un poco salir de mi cuarto, era mi templo, mi pequeño paraíso personal por así decirlo. Estaba decorado como yo quería, las paredes estaban pintadas de un tono azul zafiro-ya que el azul es mi color favorito- y tenía una gran colección de discos de varios artistas y de distintas épocas. Mi época favorita era la de los 80’s.
Solté un suspiro y me dirigí a la entrada de la casa, donde seguramente estaría el resto de mi familia.
Mi casa estaba decorada por los gustos de mi madre, Esme, y ella no le gustaba ser muy ostentosa. Ella era una persona amable y cariñosa, siempre nos trataba a mi y a mis hermanos como si tuviéramos 5 años edad. Ella había escogido una casa de tres pisos en la ciudad de Chicago, es decir, nuestra actual residencia.
También nos teníamos que mudar aquí por necesidad ya que la empresa en donde trabaja mi padre esta aquí. Mi padre… a él casi no lo vemos mucho, no me crio como se debe por estar metido en asuntos más importantes, yo tuve que criarme por mis propios medios. Yo tuve que enseñarles muchas cosas a Emmett y a Alice cuando eran pequeños, porque no quise que ellos fueran como yo. Porque por mi falta de atención estoy como estoy, lo admito.
Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en eso y me concentré en mi familia. Mi hermana, como todavía tenía 14 años, parecía una chica de 18 cuando se ponía vestidos, era mi pequeña duende por lo bajita que era, siempre la he querido mucho. Mi hermano estaba ya presentable, supongo que mi mamá lo obligó a vestirse después de una buena regaña. Hablando de mi madre, ella traía puesto un vestido de color verde esmeralda que encajaba con sus ojos, se veía muy linda. Me sonrieron al ver que ya estaba junto a ellos.
Yo por mi parte, estaba vestido con un traje normal, como cualquier otro, porque Alice ya sabía mis gustos y ella se encargaba de la ropa de todos nosotros. Tan chiquita y ella ya hacía eso con la excusa de que sería de grande una gran diseñadora de modas.
—Que guapo te ves, Edward— me alagó mi madre sonriéndome de oreja a oreja— es hora de irnos, veremos a tu padre en la fiesta.
¿Por qué no me sorprendía esa noticia? Porque ya estábamos acostumbrados a ver a nuestro padre en esa dichosas fiestas.
Salimos de la casa y nos dirigimos al portón donde se encontraba nuestra limosina y muestro chofer, Laurent para irnos. Alice había pedido ir sentada junto a mi y a Emmett pero mi madre le negó su petición ya que ella sabía que nosotros dos encontraríamos la oportunidad para hacerle una broma a nuestra hermana.
Laurent empezó a encender el motor y sentí como ya íbamos en trayectoria al maldito edificio en donde tenía lugar la estúpida fiesta.
¡Hurra!, pensé con sarcasmo.
Emmett y yo estábamos callados sin hacer nada ya que mi madre estaba presente y cuando ella nos pillaba haciendo algo idiota nos castigaba. Faltaba muy poco para que yo cumpliera los 18 años, ya casi era un adulto pero aún así mi madre me regañaba, argumentando que mi actitud era de un niño de seis.
La limosina se paró en un hotel The Talbott y nos bajamos de la limosina.
El portero nos abrió la puerta y nos indicó donde quedaba el lugar de la celebración a nuestra madre. Nosotros la seguimos sin ganas, bueno, Emmett y yo porque a Alice le encantaba salir a estas cosas como a mi madre.
Emmett y yo soltamos un largo suspiro al ver toda la gente que estaba ahí. Había gente mayor a un lado del gran lugar y había chicos de la preparatoria del otro lado. Esme se fue a buscar a mi padre y nos dejó a nosotros tres solos.
Caminamos con los chicos y Alice salió corriendo con su amiga, la rubia Rosalie, al ver que ella también estaba presente. Lo mismo sucedió con Emmett al visualizar a Jasper en una esquina con otros amigos de él.
Por ende, yo me quedé solo. Yo tenía amigos, tenía conocidos pero amigos, no.
Me senté en una mesa que estaba sola y seguramente estaría así si permanecía ahí mientras que esperaba a que esto acabara. Vi como mis hermanos me miraban de reojo cada vez que podían antes de volver a poner su atención a sus amigos.
Seguramente ellos estaban preocupados por mi.
Muchos chicos me apuntaban y se burlaban de mi y cada vez que hacían eso yo les mandaba un “saludo” con mi dedo. Me daba risa al ver que muchos se querían vengar de mi pero sabía que no lo podían hacer, me tenían tanto miedo.
Paso el tiempo y cuando observé un reloj que estaba en una pared cheque que solo había pasado una hora desde que habíamos llegado. Estaba tan frustrado, quería irme aunque fuera en un taxi. Y para colmo, unas chicas me hacían guiños y ojitos cada vez que volteaba a una dirección, intentaban seducirme trayéndome como excusa una bebida o un objeto y yo se los rechazaba. Yo no quería nada de estas niñas, todas eran unas zorras y víboras de primera.
A la que más odiaba era a una chica llamada Tanya, bueno si se le podía llamar así porque era una puta, que cada vez que me hablaba en la preparatoria era solo para decirme cosas insinuantes y un poco lujuriosas. Me enteré por mi hermano que ella quería que fuera su novio y por eso me intentaba seducir pero a mi no me gustaba, era una gran hipócrita de primera y no era para nada alguien confiable.
En seguida se me ocurrió una travesura para mis queridos compañeros y mi mente empezó a idear muchas estrategias para hacer posible mi jugarreta.
Me levanté para buscar a mi hermano y a Jasper, seguro ellos me ayudarían. Los encontré charlando con unos otros chicos de la prepa, creo que eran Mike y Tyler, esos chicos no me caían tan mal como todos los demás así que me senté con ellos.
Les contaba mi plan hasta que se escuchó una voz.
—Queridos amigos, estamos reunidos para celebrar el cumpleaños mi hija, una chica muy especial— decía un señor por el micrófono, nada más y nada menos que Charlie Swan.
Charlie Swan era uno de los socios de mi padre, él ha ido unas cuantas veces a nuestra casa para cenar o para atender unas cuantas dudas con mi padre. En alguna ocasión nos había dicho que tenía una hija pero nunca la hemos conocido.
—Celebramos el cumpleaños de mi querida hija, Isabella— seguía hablando— quien ahora cumple 17 años de edad. Brindemos por ella — pidió, levantando una copa que traía en mano.
—Salud— dijeron todos al unísono levantando sus vasos.
Con que su hija se llama Isabella, bueno, al menos conozco el nombre de la chica. Seguramente ella a de ser otra zorra como cualquiera de las chicas presentes, era lo más seguro.
Me concentré nuevamente en la conversación con Emmett y con los demás chicos hasta que algo me llamó la atención.
Mi hermana Alice se había parado juntó con Rosalie y caminaron hacía la otra mesa. En ella estaba parada la chica más hermosa que mis ojos han visto…
Tenía una cabellera de color caoba y unos hermosos ojos color chocolate, su rostro tenía forma de corazón y su piel era de un hermoso color crema. Traía puesto un vestido de color rojo intenso que resaltaba su voluminosa figura, parecía una diosa.
Me le quede viendo con la boca abierta, no podía dejar de mirarla, era una verdadera maravilla. La chica al ver que la estaba observando se sonrojo y la hizo verse tan adorable, se escondía en una cortina hecha con su cabello y empezó a platicar con mi hermana.
Yo no sabía quien era ella, no la había visto antes. Empecé a recordar a las chicas de la preparatoria pero ninguna se parecía a ella, entonces, ella no iba a la misma escuela. Mierda, nuevamente.
— ¿Te gusta la chica de allá, Edward? —me preguntó Emmett señalando al hermoso ángel— ella es muy bonita, a decir verdad.
—No es de tu incumbencia si me gusta o no— le respondí con ira al escuchar que Emmett había visto la belleza que esa chica poseía.
Tenía que saber su nombre o algo, me interesó mucho, eso era lago extraño, a decir verdad pero no me importa, tengo que saber algo de ella.
— ¿Sabes como se llama? — le pregunte a Emmett.
El negó con la cabeza. Demonios, quiero saber el nombre de la chica.
Volví a mirar a ese ángel y observe que un chico de tez morena estaba sentado junto a ella, mi hermana y Rosalie se habían ido de ahí. Ella se empezó a reír por algo que el chico le había dicho, se veía tan bonita riendo.
¿Y si es su novio? No me importa, ella tiene que ser mía, es la chica por la cual yo he esperado, lo presiento.
Jasper me palmeó el hombro y me sonrió con burla.
—Yo se como se llama la chica— me dijo levantando sus cejas.
—Dime su nombre, por favor— le pedí como si mi vida dependiera de ello.
Rió quedamente al escuchar el tono de mi vos pero volvió a componerse.
—Se llama Isabella Swan y el chico que la acompaña es su novio Seth— me dijo y sentí la necesidad de que me tragara la tierra. Ella era la cumpleañera y yo había supuesto que era un a zorra sin conocerla.
Que equivocado estaba.
Me levanté y caminé decidido hacía su mesa. No me importaba que ella tuviera novio. Yo la quería para mi.
Continuará…

Historias de Edward

Bueno, este blog esta diseñado para publicar mis historias. Todas son de Twilight y sus sagas. Obviamente, los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Unicamente las tramas son mias.